Un bebé no sabe la diferencia entre él y su entorno, a medida que crece va identificando quién es él y qué no es él, primero él y la madre son lo mismo, luego aprende que él y su madre son dos personas diferentes.

Aprendemos a saber quiénes somos en comparación con los demás y construimos un personaje, una forma de estar en el mundo, a partir de nuestras heridas. Aprendo a ser la persona que creo que tengo que ser para que me quieran, para ser aceptable, para estar bien. Esto es una pequeña trampa para el alma que es inocente y viene aquí con todas las potencialidades.

Con el paso de los años, cuando me he convertido en una persona adulta, muy probablemente, he dejado atrás aquel/lla niño/a y me encuentro dentro de la prisión mental que yo mismo/a me he construido. Me he olvidado de quién era, que es el/la mismo/a que todavía soy.

¿Qué es lo que quiero en realidad? ¿Qué me satisface? ¿Qué busco? ¿De qué sirve todo esto?

Como fácilmente puedes deducir, la vida de cada persona es única y tiene un propósito específico, ha venido a experimentar determinadas vivencias que han sido intensas y buscadas vez. ¿Las quieres hacer conscientes?

Para salir de la confusión, hay que recuperar la conciencia y la capacidad de tomar decisiones conscientes, no las decisiones que hemos tomado en función de la personalidad que hemos construido para ser aceptables.

Hay que separar el grano de la paja. No es lo mismo quien soy que lo que me he creído que era.

Identidad

60.00

Sabes muchas cosas, has tenido muchas experiencias, conoces muchos lugares y mucha gente. La diversidad de situaciones y limitaciones humanas nos llevan a una cierta confusión: ¿qué hacer todo esto? ¿Cuál es su significado?