A lo largo de nuestra vida hemos vivido circunstancias en las que nos hemos encontrado delante de un conflicto que no hemos sabido resolver, normalmente nos ha cogido por sorpresa, solos y con una carga emocional. Posteriormente, como que no lo solucionamos en el pasado, la vida nos dará nuevas oportunidades y te encontraràs en circunstancias similares para ver si a la segunda va la vencida, o a la tercera, o las veces que haga falta. Lo cierto es que repetimos conflictos de los que nos cuesta salir por la carga emocional que llevan y entonces no vemos claramente cuál puede ser nuestra reacción.

¿Somos animales racionales? Quizás, pero fundamentalmente somos animales emocionales i nos movemos por emociones, no por razones. Nuestra lógica es emocional y hasta que no vemos claro nuestro mapa emocional, no vemos clara la salida del laberinto en el que hemos caído.

De acuerdo, me dirás y ¿qué hacemos pues?

Realmente, cuando estás en medio de un conflicto, cuesta resolverlo por la perturbación emocional a la que estamos sometidos. En cambio, cuando lo observas desde fuera del conflicto y como que cuentas con la experiencia de las veces en las que no lo has resuelto, es más fácil ver que es lo que en realidad está pasando. Por ejemplo, se puede ampliar el marco de lo que está pasando y verlo fijándonos más en el entorno. También se puede mirar lo que pasa des de otra posición, incluso podemos observar qué significado le hemos dado a lo que ha pasado. Desde otra distancia, habiendo visto otras posiciones posibles y, a la vista del significado que le hemos dado a lo que ha pasado, tenemos la posibilidad de darnos a nosotros mismos nuevas orientaciones y nuevas interpretaciones.

La misma lluvia no tiene el mismo significado en tiempos de sequía que en tiempos de inundaciones y el mismo campo no tiene el mismo significado para un campesino que para un arquitecto o para una familia que quiere ir de pic-nic el fin de semana.